Mejoramiento de la memoria - Técnica tres dedos

 




Las técnicas para la memoria que se imparten en Control Mental pueden reducir nuestro uso de los directorios telefó­nicos e impresionar increíblemente a nuestros amigos. Pero si yo quiero saber un número telefónico, lo busco. Tal vez algu­nos de los graduados de Control Mental si usen estas fórmulas para recordar números telefónicos pero, el deseo es importante para lograr que las cosas den resultado y mi deseo de recordar números telefónicos no es tan importante. Si tuviera que cruzar la ciudad cada vez que necesitara un número telefónico, mi deseo se avivaría.

Es básicamente erróneo emplear las técnicas de Control Mental para algo que no sea un asunto importante, a causa de esa trilogía: deseo, creencia, expectativa. ¿Pero cuántos de nosotros poseemos una memoria tan eficaz como quisiéramos que lo fuera? Puede ser que la suya ya esté mejorando en for­mas inesperadas si usted ha dominado las técnicas descritas en los dos capítulos anteriores. Su nueva habilidad para visualizar y revivir acontecimientos pasados mientras está a nivel Alfa tiene una cierta prolongación hacia Beta, de manera que es posible que su mente esté funcionando en formas nuevas para usted. Sin ningún esfuerzo especial. Aún así, hay margen para el mejoramiento.

En las clases de Control Mental tenemos un ejercicio espe­cial de visualización. En este ejercicio el conferencista escribe los números del uno al treinta en el pizarrón, y después los alumnos mencionan nombres de objetos (bola de nieve, patín, anteojos), cualquier cosa que les venga a la mente. Él escribe cada palabra junto a un número, da la espalda al pizarrón, y los recita en orden. Los alumnos mencionan cualquier pala­bra de la lista y el conferencista da el número correspondiente.

Este no es un truco de salón, sino una lección de visuali­zación. El conferencista previamente ha memorizado una pala­bra clave para cada número; de esta manera cada número evoca una imagen visual de su palabra clave correspondiente. Nosotros llamamos a estas imágenes "claves para la memoria". Cuando un alumno menciona una palabra, el conferencista la combina de alguna manera significativa o extravagante con la imagen que él ha asociado con el número de la palabra clave. Ejemplo: el número 10 tiene la palabra clave "tíos". Si el alumno ofrece la palabra "bola de nieve" la imagen po­dría ser la de una bola tirándole el sombrero de copa a mi tío. Formar así imágenes asociando el número, la palabra clave y la anotada en el pizarrón es fácil de visualizar. Los alumnos empiezan a aprenderse las claves para la memoria entrando a nivel mientras el conferencista las repite lentamente. Entonces, cuando más adelante emprenden la tarea de memorizarlas a nivel Beta, la labor resulta más sencilla porque las palabras les parecen conocidas.

Es preciso que omita las claves para la memoria en este libro en virtud de que se necesitaría de un exceso de tiempo y espacio para aprenderlas Usted ya cuenta con una poderosa técnica para mejorar su visualización y su memoria al mismo tiempo: la pantalla mental.

Cualquier cosa que usted crea que ha olvidado está siempre asociada con un acontecimiento. Si se trata de un nombre, el acontecimiento es el momento en el que lo escuchó o lo leyó. Lo único que tiene que hacer, una vez que haya aprendido a trabajar con su pantalla mental, es visualizar un acontecimien­to pasado en torno de un incidente que crea que ha olvidado, y ahí estará

Hablo de un incidente que usted cree que ha olvidado porque en realidad no lo ha olvidado en absoluto. Sencilla­mente no lo recuerda Existe una diferencia significativa.

El mundo de la publicidad nos ofrece una ilustración fami­liar de la diferencia entre memoria y recordación. Todos nos­otros vemos los comerciales de la televisión. Hay una cantidad tal de ellos y son tan breves que si se nos pidiera que hicié­ramos una lista de cinco o diez que hubiéramos visto en la se­mana pasada lograríamos recordar tres o cuatro cuando mucho.

Uno de los medios fundamentales de los cuales se vale la publicidad para crear ventas es el de hacer que "recordemos" un producto inconscientemente.

Es dudoso que alguna vez olvidemos realmente algo. Nues­tro cerebro esconde imágenes de los acontecimientos más triviales. Mientras más vivida es la imagen y más importante para nosotros, la recordamos con mayor facilidad!

Un electrodo que toque con suavidad un cerebro expuesto durante una operación provocará el que se recuerde un acon­tecimiento "olvidado" durante mucho tiempo con todos sus detalles, en forma hasta tal punto vivida que de hecho se experimentarán sonidos, olores y escenas. Esto sucede porque se está tocando al cerebro, no a la mente. No importa qué tan reales puedan ser las escenas retrospectivas que el cerebro ofre­ce a la conciencia del paciente, él sabrá (algo se lo dice) que en realidad no las está volviendo a vivir. Esta es la mente en funciones (la super observadora, la intérprete) y ningún electro­do la ha tocado jamás. La mente, a diferencia de la punta de la nariz, no existe en un sitio específico.

Regresemos a la memoria. En algún sitio, a miles de kiló­metros de distancia de donde usted está sentado, una hoja está cayendo de un árbol. Usted no recordará este aconteci­miento porque no lo experimentó, y tampoco es importante para usted. No obstante, (nuestro cerebro registra un número mucho mayor de acontecimientos de lo que nos imaginamos.)

Mientras está sentado leyendo este libro está atravesando por miles de experiencias de las cuales no está usted consciente. Está ajeno a ellas en la medida en la que se está concen­trando en este momento. Hay sonidos y olores, imágenes que percibe por el rabillo del ojo, acaso la ligera molestia de un zapato que está demasiado apretado, la sensación de su silla, la temperatura de la habitación... parece que no hay un final. (Estamos conscientes de estas sensaciones, pero no nos damos cuenta de que estamos conscientes de ellas, cosa que parece una contradicción hasta que pensamos en el caso de una mujer que se encontraba bajo anestesia general.

Durante el curso de su embarazo esta mujer había estable­cido una excelente relación con su ginecólogo. Entre los dos había amistad y confianza. Llegó el momento de su alumbra­miento y ella recibió anestesia general, como era de rutina, y dio a luz un bebé sano. Más tarde, cuando su médico la vi­sitó en su cuarto de hospital, ella se mostró extrañamente dis­tante, incluso hostil hacia él. Ni ella ni el médico podían explicar el cambio en su actitud, y ambos estaban ansiosos por encontrar alguna explicación para el caso. Decidieron tratar, por medio de la hipnosis, de descubrir algún recuerdo oculto que pudiera explicar ese repentino cambio.

Bajo hipnosis fue conducida por la regresión en el tiempo, desde su experiencia más reciente con su médico hasta las pri­meras que tuvo con él. No tuvieron que ir muy lejos. En un trance profundo, en lugar de saltarse el periodo en el que ella estaba "inconsciente" en la sala de partos, ella relató todo lo que el médico y las enfermeras habían dicho. Lo que ellos comentaron en la presencia de la paciente anestesiada fue en ocasiones clínicamente indiferente, otras veces fue gracioso y en otros momentos más expresaron fastidio ante el lento pro­greso de su parto. Ella era un objeto, no una persona; sus sentimientos no se tomaron en cuenta. Después de todo estaba inconsciente, ¿no era así?

Yo pongo en duda el que sea posible que en algún momento estemos inconscientes. Podemos o no recordar lo que experimen­tamos, pero siempre estamos experimentando y todas las experiencias dejan recuerdos firmemente impresos en el cerebro.

¿Significa esto que con las técnicas para la memoria que usted está a punto de aprender, será capaz de recordar el número de esta página dentro de diez años? Puede ser que usted no lo haya visto, pero ahí está; lo vio por el rabillo del ojo, por así decirlo. Puede ser que sí, pero probablemente no haya sido así y además es y quizá jamás sea importante para usted.

¿Pero puede recordar el nombre de aquella persona atrac­tiva que conoció en la cena de la semana pasada? Cuando es­cuchó el nombre por primera vez, el haberlo escuchado cons­tituyó un suceso. Lo único que tiene que hacer es recrear el acontecimiento en torno del nombre en su pantalla mental, como le he explicado, y escuchará el nombre una vez más. Relájese, entre a nivel, cree la pantalla, experimente el aconteci­miento. Esto se llevaría quince o veinte minutos. Pero conta­mos con otro medio, una especie de método de emergencia, que lo llevará instantáneamente a un nivel mental en el que la recordación de información resultará más sencilla.

Este método implica el uso de un sencillo mecanismo acti­vador que, una vez que se vuelve verdaderamente suyo, mejora en eficacia conforme usted lo emplea, El hacerlo suyo reque­rirá varias sesiones de meditación para incorporar cabalmente el procedimiento. He aquí lo fácil que resulta: sencillamente junte el dedo pulgar y los dos primeros dedos de cada mano y su mente se ajustará en forma instantánea a un nivel más profundo. Inténtelo ahora y nada sucederá; todavía no es un mecanismo activador. Para convertirlo en uno, entre a nivel y dígase a sí mismo (en silencio o en voz alta): "Siempre que una mis dedos de esta manera" -ahora únalos- "para un propósito serio, instantáneamente alcanzaré mi nivel mental para lograr cualquier cosa que yo desee".

Haga esto diariamente a lo largo de una semana más o menos, y use siempre las mismas palabras. Pronto existirá una sólida asociación en su mente entre la unión de los tres dedos y el alcanzar instantáneamente un nivel efectivo de meditación. Unos días más tarde, quizás al tratar de recordar algo (sea el nombre de una persona) este no viene a la memoria y mien­tras más se esfuerce por evocarlo, más se resistirá el nombre en acudir. Aquí la voluntad es inútil, más bien es un estorbo. Ahora relájese dése cuenta que aquel nombre está en su memoria y que usted cuenta con un medio para activar el recuerdo.

Una maestra de niños de cuarto año en Denver, usa la pantalla mental y la Técnica de los Tres Dedos para enseñar ortografía. Cubre alrededor de veinte palabras a la semana. Para poner a los niños a prueba, en lugar de ir de una pala­bra a otra y pedirles la ortografía correcta, les pide que escri­ban todas las palabras que estudiaron esa semana. Ellos re­cuerdan las palabras y la manera de escribirlas... con sus tres dedos juntos, viéndolas en su pantalla mental.

-Los más lentos -dice ella- se llevan alrededor de quin­ce minutos con la prueba.

Mediante el uso de la misma técnica ella les enseña a estos alumnos de cuarto grado las tablas de multiplicar hasta la del 12. En dos meses aprenden lo que normalmente requiere de todo un año escolar.

Tira Masters, el alumno universitario y taxista que mencio­namos en el capítulo anterior, con frecuencia recoge pasajeros que desean ir a direcciones que se encuentran en poblados vecinos, en los que él no ha estado desde hace mucho tiempo, y su recuerdo de la manera de llegar a ellos se ha vuelto vago. No son muchos los pasajeros apresurados que mostrarían pa­ciencia si él empezara a meditar antes de partir. Pero con sus tres dedos juntos, él "vuelve a vivir" la última ocasión en la que fue a ese sitio. Antes de tomar el curso de Control Mental, las calificaciones de Tim en el Institute of Technology de Nueva York eran una A y todas las demás B.

-Ahora soy un sabio... una B y todas las demás A -in­forma.


Existen otros usos para esta Técnica de los Tres Dedos. La usamos en varias formas que resultan poco comunes. Esto es algo que se ha vinculado con otras disciplinas meditativas a lo largo de mu­chos siglos. La próxima vez que usted admire una pintura o una escultura de una persona del Lejano Oriente (un yogui, con las piernas cruzadas en proceso de meditación) observe que los tres dedos de sus manos están unidos en forma similar.



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