La memoria, aunque defectuosa, es adecuada para la uniformidad. Si recordamos a otro como lo hemos conocido, nosotros lo recreamos en esa imagen y el pasado será reconocido en el presente. Imaginar crea la realidad. Si hay espacio para mejorar, deberíamos reconstruirlo con nuevo contenido; visualizarlo como nos gustaría que fuera, en lugar de que tenga que soportar la carga de nuestra memoria de él. “Todo lo que se puede creer, es una imagen de la verdad”.
La siguiente historia es de alguien que cambió su actitud hacia un extraño y fue testigo de este cambio en la realidad.
«Hace más de veinte años, cuando era un campesino recién llegado a Boston para asistir a la escuela, un mendigo me pidió dinero para comida. Aunque el dinero que yo tenía era lastimosamente insuficiente para mis propias necesidades, le di lo que tenía en el bolsillo. Unas horas más tarde, el mismo hombre, en ese momento tambaleándose borracho, me detuvo de nuevo y me pidió dinero. Me sentí tan indignado al pensar que el poco dinero que yo tenía había sido puesto para tal uso, que me hice una promesa solemne de que nunca más volvería a escuchar la súplica de un mendigo callejero. A través de los años cumplí mi promesa, pero cada vez que me negaba, mi conciencia me molestaba. Me sentía culpable hasta el punto de desarrollar un agudo dolor en mi estómago, pero no podía faltar a mi promesa.
A principios de este año, un hombre me detuvo mientras paseaba a mi perro y me pidió dinero para poder comer. Fiel al antiguo compromiso, me negué. Su actitud fue gentil al aceptar mi negativa. Incluso admiró a mi perro y habló de conocer a una familia en el estado de Nueva York, quienes criaban cocker spaniels. Esta vez mi conciencia estaba realmente remordiéndome. Mientras él seguía su camino, decidí rehacer esa escena como yo desearía que hubiera sido, así que me detuve allí mismo en la calle, cerré los ojos solo por unos minutos y representé la escena de manera diferente. En mi imaginación, el mismo hombre se acercó a mí, solo que esta vez él comenzó la conversación admirando a mi perro. Después de que hablamos un momento, le pedí que dijera: “No me gusta pedirle esto, pero realmente necesito comer algo. Tengo un trabajo que comienza mañana por la mañana, pero he estado sin trabajo y esta noche tengo hambre”. Entonces busqué en mi bolsillo imaginario, saqué un billete imaginario de cinco dólares y con mucho gusto se lo regalé. Este acto imaginario inmediatamente disolvió el sentimiento de culpa y el dolor.
Sé que un acto imaginario es un hecho, así que yo sabía que podía conceder a cualquiera lo que pidiera y por fe en el acto imaginario, consentir en la realidad de que lo tenía.
Cuatro meses más tarde, mientras caminaba de nuevo con mi perro, el mismo hombre se me acercó y comenzó la conversación admirando a mi perro. “Aquí hay un perro hermoso” – dijo – “Joven, no creo que me recuerdes, pero hace un tiempo te pedí algo de dinero y tú muy amablemente dijiste ‘no’. Digo “amablemente”, porque si me lo hubieras dado yo todavía estaría pidiendo dinero. En cambio, conseguí un trabajo a la mañana siguiente, ahora estoy en pie y nuevamente tengo algo de autoestima”.
Yo sabía que su trabajo era un hecho cuando me lo imaginé esa noche, unos cuatro meses antes, pero no niego que hubo una inmensa satisfacción de que apareciera en persona para confirmarlo» … F.B.
“No tengo plata ni oro, pero lo que tengo, te doy” (Hechos 3: 6). Nada debe ser descartado, todo debe ser salvado, y nuestra imaginación remodelando la memoria es el proceso por el cual se lleva a cabo esta salvación. Condenar a alguien por haber perdido su camino, es castigar a los ya castigados. “Oh, ¿de quién debería compadecerme si no compadezco al pecador que se ha extraviado?”
No es lo que era una persona, sino lo que puede llegar a ser, esa debe ser nuestra actividad imaginaria.
Nada tiene existencia para nosotros, sino a través del recuerdo que tenemos de ello, por lo tanto, deberíamos recordarlo no como era – a menos que, por supuesto, fuera del todo deseable – sino como deseamos que sea. Dado que la imaginación es creativa, nuestro recuerdo de otro lo favorece o lo perjudica, y hace que su camino ascendente o descendente sea más fácil y más rápido.
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